Aunque no es la primera vez que hablo de esto, tengo que reconocer que me sigue sorprendiendo el tiempo que algunos dedican a hablar de los demás. Si me los permitís, y ya que últimamente hay alguno que pierde demasiado del suyo hablando de mi, reconoceré que justo a eso me refiero.

¿No tendrán nada más que contarnos? ¿Pueden malgastar, las tan limitadas letras de un tweet, repitiendo tres veces mi nombre? Parece que si.

Que todo esto llegue, además, desde «instancias superiores» que vienen a casa,  de visita, a decirnos lo que es bueno y lo que es malo para Irun, ya es el colmo. Vienen a contarnos quienes son aptos y quienes no lo somos, y  consideran Irun como «un grano» de su Gipuzkoa perfecta, solo porque ellos no la gobiernan. Es para morirse de la risa, si no fuera por la gravedad y la desfachatez de querer tutelar y permitirse  insultar así a una ciudad (que no pueblo, que eso también se dijo mal)

Vendrán luego a pedir empatía, diálogo y respeto; y habrá que recordarles que el respeto es como el dinero: unos lo pierden y otros se lo ganan. El respeto es algo que todos deberíamos practicar, más aquellos que nos dedicamos a lo público, que tenemos una responsabilidad y representamos a los ciudadanos. Sin embargo ya vemos que algunos lo reclaman  sin ofrecerlo, y por lo tanto, nunca deberían exigirlo