El pasado lunes recibíamos, con orgullo e ilusión, a los vencedores de la bandera de la Concha, la trainera de la Ama Guadalupekoa de Hondarribia. Ya se conoce que es tradición que cada vez que esta victoria se produce los remeros, acompañados de su Presidente y del Alcalde, acuden hastael Ayuntamientode Irun para ofrecer tan magnífica hazaña a los ciudadanos iruneses.

 

Me quedé gratamente sorprendido de ver la Plaza de San Juan llena de iruneses que fueron con alguna prenda verde a compartir y exteriorizar con los remeros su alegría y entusiasmo por la victoria. Y me agradó profundamente, cuando me acerqué hastala CasaConsistorial de Hondarribia, comprobar las numerosas muestras de afecto de su gente que vieron importante que la representación irunesa estuviera con ellos celebrando una hazaña tan importante como la conseguida en Donosti.

 

Realmente ha sido un acontecimiento entrañable, que demuestra que los sentimientos que todos vivimos durante el domingo y el lunes pasados no conocen límites, no conocen fronteras. Esos días todos tuvimos el sentimiento de que Irun y Hondarribia estábamos más cerca de lo que nos parece. Y eso demuestra que nuestras actuaciones, nuestra  cotidianidad, cuando vamos a pasear, a comprar, cuando vamos a tomar algo a una ciudad o a la otra van dejando un poso y que en eventos como este demuestran que ese poso es del bueno, del que sabe mostrar todo lo mejor de si mismo.

 

Espero que en el futuro, y no sólo a través de los triunfos deportivos, el Bidasoa con las tres ciudades que la conforman, siga caminando hacia una mayor compenetración de sus gentes  y a afianzar nuestra identidad y carácter, abierto y cosmopolita.