(Artículo publoicado en El Diario Vasco el 13/06/18)

Recientemente la Unesco ha presentado un informe que tiene como objetivo conseguir que las ciudades sean «inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles». Y es que nuestras urbes se convierten, cada vez más, en los verdaderos espacios de vida. Cada año 60 millones de personas se incorporan a vivir en ellas y en 2050 dos terceras partes de la población mundial vivirá en una ciudad.

Este informe nos invita a reflexionar y trabajar en ciudades para las personas, con espacios respetuosos con el medio ambiente, respetando las identidades, y fomentando la convivencia y la cultura para generar ciudades pacíficas, diversas y con mayor esperanza de vida.

Irun es una ciudad pequeña, 62.000 habitantes, pero lo que tenemos claro es que esto es un problema de todos y todas y para todos y para todas. Que cada pequeño gesto, cada conciencia que consigamos remover y cada acción, irá a contribuir en ese concepto de futuro y sostenibilidad, en esas ciudades mejores y más habitables.

En Irun llevamos años trabajando en recuperar espacios para la convivencia y reconvirtiendo las calles en lugares de encuentro y disfrute. Trabajando para ganar terreno para la calidad de vida y el ocio. En definitiva en una ciudad más humana y cómoda. En una ciudad para las personas.

Soy muy consciente de que muchas veces estas acciones no están unidas a políticas muy populares, pero sé que terminan entendiéndose desde la perspectiva que tanto escuchamos en estos últimos tiempos: el futuro será sostenible o no será.

 

Greempeace ya ha puesto en marcha experiencias en varias ciudades españolas emplazándonos a «reducir los niveles actuales de motorización», pequeños pasos muy concretos que se proponen para disminuir la contaminación atmosférica, para vivir mejor.

Los iruneses, por eso de estar en la frontera, recibiendo las corrientes europeas, somos especialmente permeables a las nuevas tendencias. Va en nuestro ADN ser abiertos a los cambios y profundamente innovadores. Nuestra historia se escribe en una permanente adaptación: desde la época romana, a la espectacular llegada del tren y su modernidad a lo que era una pequeñísima población, pasando por la reinvención obligada en los años 90 al perder la identidad social, y económica, de la aduana. Siempre acostumbrados a innovar, a avanzar. “Irun siempre a la vanguardia de los tiempos” que dijo el alcalde Cipriano Larrañaga.

Nuestro carácter fronterizo siempre ha sido una oportunidad de conocimiento y nuestra situación estratégica nos ha colocado, históricamente, en el centro de las tendencias y los cambios. Hoy recordamos con orgullo que a las puertas del siglo XX el propio Ayuntamiento de Irun fue pionero en apoyar económicamente la instalación de una de las primeras redes de alumbrado eléctrico, demostrando su visión de futuro y ofreciendo a la ciudadanía un servicio novedoso que en aquel momento parecía ciencia ficción

En los últimos años un ambicioso Plan de Movilidad Urbana Sostenible desarrollado desde la participación, con la Mesa de Movilidad en la que hay multitud de colectivos representados, nos ha ayudado a ser rompedores en acciones valientes, pioneras y exitosas como convertir Irun en Ciudad 30. Una limitación de velocidad en toda la ciudad, que nos ha ayudado a mejorar la seguridad, y el medio ambiente; reduciendo enormemente los accidentes y la gravedad de los mismo, así como las emisiones de CO2.

Ahora tenemos un ilusionante reto por delante: ser la primera ciudad con una línea completa de autobús 100% eléctrico. El Pleno acaba de adjudicar a Vectía, filial de CAF, los autobuses que cubrirán íntegramente el servicio de la L1. La más larga de la ciudad (12, 5 kilometros con 31 paradas) y la más utilizada (1,2 millones de viajeros al año, el 72% de los viajes). Seremos la primera ciudad de Gipuzkoa, y de Euskadi, que cuente con una línea cien por cien eléctrica, en la que los autobuses se cargarán durante su recorrido buscando un transporte limpio y no contaminante; efectivo y práctico. Los vehículos seguirán recorriendo sus 65.000 kilómetros anuales, pero sin darnos cuenta y de manera silenciosa, estaremos participando de una gran revolución, por la que Irun quiere seguir apostando.