5d7a2798ecb502ef569a96968a65512fAunque a veces se olvide, el Ministerio de Fomento tiene firmados cuatro acuerdos para favorecer la entrada del Tren de Alta Velocidad en las  ciudades vascas y uno de ellos, firmado en el año 2011, se refiere a Irun.   Sin duda para el conjunto de vascos y guipuzcoanos es el proyecto menos conocido, pero seguramente es el que ofrece mayores oportunidades para nuestro territorio.
La historia de Irun y el ferrocarril son una sola cosa desde mediados del siglo XIX. La llegada del tren a la ciudad,  de la que se han cumplido 153 años, nos dio el impulso para entrar en el siglo XX como una localidad de referencia en Gipuzkoa.  Sin ferrocarril no se entiende el Irun moderno, ni buena parte de su estructura urbana y  socio económica. Aquella ocupación intensiva del suelo en la periferia urbana se ha convertido en una brecha en el corazón de nuestra ciudad y de una comarca donde vivimos casi 100.000 personas. Desde Ventas  hasta la frontera, se  extienden playas de vías que tuvieron su uso, pero que ahora, en parte, llevan años inutilizadas.

El nuevo ferrocarril no las  necesita pero Irun las necesita para ofrecer nuevas oportunidades de empleo a una nueva generación y para mejorar y coser, una ciudad dividida. En una Gipuzkoa limitada físicamente y con grandes dificultades para ocupar y desarrollar nuevos suelos, surge un planteamiento, sostenible por encima de todo, que busca regenerar suelos sin uso  para ponerlos al servicio de la nueva economía, la educación y el empleo.

Me refiero a  un espacio que en el planteamiento menos ambicioso reutilizaría varias hectáreas de terreno;  el equivalente a 10 campos de fútbol en plena zona urbana y para un uso mixto: actividad económica, de ocio y residencial. En definitiva  un polo de nueva economía, un moderno ensanche que no podemos postergar.

Gipuzkoa dispondría de un proyecto  excepcional en un espacio que ha sido bisagra histórica del eje Atlántico y con una vocación y una experiencia de cooperación transfronteriza de alcance. Este último aspecto está cobrando una importancia especial en los últimos años por la relevancia que Europa da a los proyectos innovadores en economía e infraestructuras cuando tienen visión transfronteriza. Y porque sin duda estamos en una posición estratégica y singular.

Desde aquella firma avalada por el Ministerio de Fomento, el Lehendakari, el Diputado General de Gipuzkoa, Irun no ha parado de trabajar a favor de esos primeros pasos con los que poder arrancar este gran proyecto. Ya disponemos de una herramienta de gestión a través  de la sociedad pública Zaisa compartida con Gobierno vasco y Diputación que podría iniciar de forma inmediata el camino de una gestión compleja.
Un paso se ha dado al incorporar el proyecto  ferroviario de Irun al programa de gobierno del nuevo ejecutivo vasco de PNV y PSE. Sin embargo Irun sigue sin sentarse a las mesas en las que se debate el futuro del tren de alta velocidad en Euskadi. Y hay veces que me pregunto  el porqué. Creo que es necesario incorporar el espacio ferroviario irunés a la lista vasca y gipuzkoana de proyectos de futuro que deben desarrollarse en alianza institucional. No es fácil. Soy consciente de que debemos hacer un mayor esfuerzo explicativo desde la ciudad para hacer entender la dimensión estratégica del proyecto pero también nos enfrentamos a una dificultad histórica para que desde esta esquina del territorio se puedan «exportar» proyectos que toda Gipuzkoa pueda aprovechar.  Debemos impulsar desde  aquí, y entre todos este proyecto, y plantearlo ante el nuevo Ministro de Fomento con la convicción y el respaldo político que merece.

Soy optimista, porque sé que estamos hablando del futuro que llegará, pero debemos sentar las bases adecuadas para que lo haga de la mejor manera posible. Creo que es el momento de avanzar juntos porque todos saldremos ganando e Irun y Gipuzkoa se lo merecen.